Estaba con algún amigo (no existente en la vida real) y su hermana pequeña, en la sala de su casa.
Por alguna razón, ella tenía un "juguete" que consistía en una cosita pequeña que ella te lanzaba, no más grande que una canica. La cosa es que, donde quiera que cayera esa cosa, momentos después salían unas 40 agujas volando que iban y se te enterraban ahí. Eran agujas muy pequeñas y delgadas, creo que como las de acupuntura.
La niña me la lanzó un par de veces y se me enterraban un montón de agujas en los pies. Yo me ponía a sacarlas una por una y a veces sentía el dolor.
Al final, pude guardarlas todas y las escondí de la niña para que dejara de andar "jugando".
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